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La calidad sonora en las ciudades es más que decibelios

16/07/2018

La sesión técnica "Espacios acústicos en la ciudad del siglo XXI" aborda los últimos avances en investigación del paisaje sonoro y se basa en la evidencia de que las molestias por ruido no dependen solo del volumen sino también del tipo de sonidos y cómo son interpretados por los ciudadanos. Los planificadores pueden plantear diseños urbanísticos que mejoren la calidad de vida de los ciudadanos modulando esas señales sonoras. 

¿Cómo nos afecta el ruido urbano? ¿Qué sonidos son los más molestos? ¿Depende del volumen o también del tipo de estímulo? ¿Podemos diseñar ciudades que 'suenen' de una forma agradable? Estas son algunas de las cuestiones que se abordarán en la sesión técnica Espacios acústicos en la ciudad del siglo XXI: del ruido al sonido, más allá del decibelio (ST-21) del próximo Congreso Nacional del Medio Ambiente, que celebramos en Madrid del 26 al 29 de noviembre de 2018. 

 
Jerónimo Vida, profesor del Departamento de Física Aplicada de la Universidad de Granada, es el coordinador de este grupo multidisciplinar en el que participan expertos en urbanismo y arquitectura, ingenieros de sonido, tecnólogos y gestores de calidad ambiental de administraciones diversas.
 
El objetivo de esta sesión técnica es presentar los últimos estudios realizados para la caracterización de espacios acústicos urbanos desde la perspectiva del “paisaje sonoro” (soundscape), que se fundamenta no sólo en la parte física del sonido, sino también en la parte subjetiva, es decir, en cómo las personas interpretan y reaccionan ante los estímulos sonoros. 
 
"¿Por qué los 70 u 80 decibelios que puede generar una fuente de agua, o el bullicio que hay en un mercado no molestan y los mismos decibelios de un coche sí lo hacen?", se pregunta Jerónimo Vida. Hasta ahora la prevención y control del ruido se basa en soluciones técnicas, es decir, en bajar decibelios, pero hay una cuestión a la que no se le ha dado la importancia necesaria y es que no todo es cuestión de nivel sonoro; interviene también la percepción e interpretación ciudadana del ambiente acústico", continúa el coordinador del grupo de trabajo de Conama. 


El trabajo convencional de gestión de la contaminación acústica sigue siendo necesario y por ello se hacen mapas de ruido, planes de acción, se ponen barreras, se impulsan cambios de hábitos y se lleva a cabo un control sobre las fuentes de emisión de ruido", explica Jerónimo Vida. Pero todo esto hay que complementarlo con otro tipo de estudios, saber cómo lo percibe y lo interpreta la ciudadanía, es decir, estudiar el sound scape, el paisaje sonoro o ambiente acústico, añade.
 
Desde hace unos 10 años, explica Jerónimo Vida, hay grupos de expertos y ciudades trabajando en el campo del paisaje sonoro, es decir, intentando medir de la forma más científica posible una serie de elementos subjetivos. "Para ello hay que preguntar a las personas, hacer cuestionarios y trabajos experimentales. Lo ideal es pasear. El paseo sonoro es la herramienta fundamental en este ámbito de estudio. Para ello cogemos a un grupo de personas, hacemos un recorrido por la ciudad, paramos en distintos puntos, escuchamos y cuando los sujetos tienen clara cual es su sensación la trasladan al cuestionario. Así tenemos un registro de la percepción subjetiva mientras que a la vez con un sonómetro medimos los parámetros acústicos objetivos", explica el experto. 
 
El grupo de trabajo tiene la intención de realizar uno de estos paseos sonoros durante Conama 2018, como parte de la sesión técnica que reunirá posteriormente a expertos españoles y europeos en la materia. Dicho paseo sonoro estará liderado por la experta internacional en la materia Dr. Antonella Radicchi (PhD, RA, MArch). El objetivo de estos estudios no es teórico, sino aplicado. Se trata de obtener información para emplearla en el diseño de ciudades más amigables. "El objetivo siempre es la gente, reducir el ruido para mejorar su calidad de vida, ampliando la información en un punto que es débil: cómo perciben las personas el sonido en la ciudad", afirma el profesor Vida. 

 
Según el coordinaador del grupo de trabajo, el sonido urbano puede llegar a ser un recurso y no una forma de contaminación si además de gestionarse adecuadamente se promueve el desarrollo de espacios tranquilos "caracterizados no por sus bajos niveles acústicos sino por sus adecuados niveles sonoros". Se trata de una herramienta para técnicos y responsables políticos que deben tener en cuenta la forma en la que el ambiente acústico es percibido e interpretado por la población. Sólo así será posible diseñar espacios acústicos urbanos tranquilos.
 
Según Jerónimo Vida, contando con información relevante sobre los paisajes sonoros, los urbanistas pueden trabajar junto a ambientólogos, físicos, psicólogos ambientales e ingenieros para diseñar el urbanismo de una zona no solo atendiendo a cuestiones de edificabilidad sino también al sound planning. Hay pequeños matices, como la estructura de plazas o edificios, la creación de barreras de vegetación o la introducción de elementos acuáticos que cambian por completo la percepción sonora de un espacio, de forma que lo que antes era ruido ahora se transforma en un sonido agradable para las personas. 




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