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Cómo comer sin devorar el planeta

11/11/2016 - Marta Montojo

La decisión de Turín de pretender consolidarse como primera ciudad vegetariana avivó el debate sobre si las administraciones públicas deberían o no inmiscuirse en el carrito de la compra de los ciudadanos. Sin embargo, no son pocos los municipios que han optado por establecer estrategias agroalimentarias para fomentar una alimentación más saludable y justa con el planeta. En España, Vitoria ha llevado la delantera, y está trabajando en las líneas de actuación para promover la producción ecológica y local. ¿Lo mejor? Lo pidieron sus propios habitantes

 


Somos lo que comemos y, al parecer, el planeta también es lo que comemos. Los ecosistemas agrarios occidentales, basados en un creciente consumo de carne y productos lácteos, son responsables de graves -y en muchos casos irreversibles- impactos ecológicos. La sobreexplotación y contaminación de acuíferos, el despilfarro de agua y energía o la pérdida de biodiversidad son sólo algunos de los muchos efectos ambientales que tiene la dieta occidental. Sólo en Europa, casi el 30% de las emisiones de gases invernadero provienen del sector de la alimentación.
 
Ante la gravedad del asunto, las ciudades -nuevos líderes en sostenibilidad- han decidido actuar. En Italia, Turín ha tomado la iniciativa de establecer una estrategia agroalimentaria, y anunció en julio su intención de consolidarse como la primera ciudad vegetariana. La decisión no pretende acabar con el consumo de carne pero sí plantea medidas para reducirlo. En España, ha sido Vitoria la ciudad pionera en considerar la gestión de los hábitos alimentarios de sus ciudadanos.  
 

Aunque las líneas estratégicas todavía no están fijas, la intención es clara: "Se trata de promover una alimentación más saludable, justa y ecológica", dice María de Santiago, técnica ambiental del Centro de Estudios Ambientales de Vitoria-Gasteiz (CEA) y ponente en la sesión técnica Otra forma de comer, otra forma de comprar (ST-17) de Conama. "Fue una cuestión de iniciativa ciudadana, una propuesta que nos vino por parte tanto de los particulares como de las entidades asociativas, y el Ayuntamiento las apoyó", explica.

 
El hecho de que las propuestas hayan surgido desde abajo hace que los ciudadanos participen del rumbo que van a tomar las estrategias. Para De Santiago esto es un punto muy importante porque favorece la cohesión social y es una muestra real de empoderamiento ciudadano. Además se apostará por el consumo de los productos de cercanía y de temporada, lo que fortalecerá la economía local y sostendrá a la población dedicada al campo. Pero -prosigue De Santiago- "el fin último es el de proteger el suelo, uno de los recursos medioambientales más valiosos, gracias a las prácticas de agricultura ecológica". 
 
A diferencia de Turín, el municipio vasco no contempla medidas para reducir el consumo de carne. Sin embargo, De Santiago reconoce que es un aspecto importante. Mientras una significativa parte de la población mundial continúa desnutrida, el creciente consumo de carne y productos lácteos que incorpora nuestro modelo alimentario actual conduce a que "en la actualidad más del 40% de los cereales del mundo y más de la tercera parte de las capturas pesqueras se emplee para alimentar la excesiva cabaña ganadera de los países del Norte", según apunta Jorge Riechmann en Comer de la tierra sin comernos la tierra.
 
WWF también está trabajando en este ámbito. "La dieta occidental agota los recursos rápidamente. Si todo el mundo viviese como un europeo, necesitaríamos el equivalente a 2,7 planetas". Así comienza el informe LiveWell que la organización ecologista presentó en la pasada edición de Conama 2014. En este caso, la propuesta de WWF sí pasa por una reducción en el consumo de carne, pero no pretende imponer modelos veganos o vegetarianos, sino que se favorezca la opción de consumo de carne de calidad, ecológica y de ganadería extensiva, según Celsa Peiteado, responsable de Agua y Agricultura de WWF.
 
La ong conservacionista también sugiere incorporar ciertos protocolos de compra pública responsable en las administraciones, para "abastecer a colegios, hospitales y demás centros públicos con alimentos ecológicos, sostenibles y más saludable". El aprovisionamiento de alimentos de agricultura ecológica en centros públicos ya es algo común en Andalucía, comunidad líder en producción agroecológica. Las oportunidades que un país como España ofrece para el establecimiento de estrategias agroalimentarias desde las administraciones públicas son inmensas. A día de hoy, España es el primer país europeo en producción agroecológica y el quinto del mundo. Sin embargo, gran parte de la producción se exporta.

Más allá de estos datos, la propuesta de WWF se puede fácilmente resumir en las seis pautas o principios de LiveWell reconocidos por la FAO y por la OMS. Estas son: comer más vegetales, menos carne y más variado, comprar alimentos certificados, consumir menos alimentos procesados y no tirar comida. "No es nada revolucionario", sentencia Peiteado.
 
Ante la creencia de que una dieta más saludable y justa con el medio ambiente tiene un coste mucho mayor que la que consumimos normalmente, esta experta defiende la idea contraria. "Es imprescindible tener en cuenta el principio de evitar el malgasto de comida, que contribuye a que este cambio en la alimentación nos ahorre hasta un 10% de los gastos de la compra", argumenta. "Los colegios se ven obligados a tirar comida en muchos casos debido a normativas demasiado exigentes que habría que reformular", concluye.