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Así se están adaptando ya al cambio climático ciudades, empresas y administraciones en España

13/11/2018 - Esther Díaz

El grupo de trabajo Adaptación al cambio climático de Conama 2018 dará a conocer las políticas, estrategias y medidas que están desarrollando actualmente las administraciones públicas,  las empresas y otros organismos para desarrollar planes y proyectos en materia de adaptación al cambio climático en España. La actividad de este grupo forma parte del  proyecto Conama 2018 Adapta que lleva a cabo Conama para movilizar actores y transferir conocimientos sobre adaptación al cambio climático. Este proyecto se lleva a cabo con el apoyo de la Fundación Biodiversidad

 


La agricultura, la fauna, los ríos y los mares ya no se comportan como hace unas pocas décadas debido al cambio climático. España es especialmente sensible a estas transformaciones derivadas del cambio climático y, por ello, tanto desde el sector público como el privado se trabaja para crear soluciones flexibles que sean capaces de hacer frente a largos periodos de sequías, inundaciones, aumentos de la temperatura y la modificación del paisaje, entre otras muchas consecuencias.    

Debido a la importancia de esta cuestión, la adaptación al cambio climático ha sido objeto de especial atención en las últimas ediciones de Conama. Desde 2010 se han organizado sesiones técnicas y grupos de trabajo especializados en esta materia con el objetivo de debatir y dar a conocer las trasformaciones del clima en España.           
En Conama 2018 el grupo de trabajo Adaptación al cambio climático dará un paso más y compartirá experiencias, herramientas y buenas prácticas que permitan ilustrar a los diferentes sectores el camino cómo desarrollar estrategias, planes y proyectos relacionados con el cambio climático.


Los planes sobre cambio climático en España

La sesión que ha diseñado el grupo de trabajo contará con una primera parte dedicada a conocer la actualidad de las políticas, estrategias y medidas en materia de cambio climático. Esto es especialmente relevante ya que España fue uno de los primeros países de Europa en desarrollar un Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático (PNACC). Dicho plan se comenzó en 2006 a través de programas de trabajo y se ha ido actualizando en los últimos años con el objetivo de identificar las prioridades inmediatas y los aspectos transversales de la adaptación.  Desde la Oficina Española de Cambio Climático (OECC) se destacan los beneficios de este plan pionero:

  • Se crean herramientas básicas para realizar proyecciones climáticas. En esta tarea es fundamental el papel de Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) y de un conjunto de centros de investigación que contribuyen a producir estas proyecciones.

  • Se moviliza a los actores sociales clave para que, a través de la comunicación y la formación, todos participen en los esfuerzos de adaptación.

  • Se genera conocimiento para entender de manera cada vez más precisa cuáles son los impactos y vulnerabilidades que se derivan del cambio climático, así como las opciones que tenemos para limitarlos a través de medidas de adaptación.

Para complementar este plan, la OECC ha desarrollado un visor de escenarios de cambio climático, accesible a través de la plataforma AdapteCCa. Con él se facilita la realización de consultas y la visualización de las tendencias en forma de mapas y gráficas.

“AdapteCCa se encuentra en proceso de mejora continua gracias a la cooperación entre la OECC, la Fundación Biodiversidad, la AEMET y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)”, dice Francisco Heras,consejero técnico del Área de Estrategias de Adaptación de la OECC y miembro del grupo de trabajo de Conama 2018.
 
Otro de los proyectos en relación a este tema es “Compartiendo soluciones: iniciativas de adaptación al cambio climático”. Esta iniciativa, realizada en el marco del proyecto LIFE SHARA de la OECC y liderado por el Centro Nacional de Educación Ambiental (CENEAM), tiene el objetivo de documentar y difundir experiencias concretas de adaptación a través de entrevistas contadas en primera persona.

Técnicos forestales que trabajan para mejorar la resiliencia climática de los bosques y cultivos, una bodega que ha cambiado las técnicas de cultivo de la vid y producción del vino para adaptarse a los nuevos rasgos del clima, pequeños municipios que revisan sus planes urbanísticos para dar respuesta a los riesgos derivados del cambio climático, una asociación de ganaderos que incorpora la perspectiva de la adaptación a sus iniciativas para conservar los suelos y revitalizar el territorio… son ejemplos de los temas que se abordan en este proyecto.
 
Además de estas iniciativas, durante la primera parte de la sesión, a través de numerosos expertos se transmitirán las novedades que en materia de adaptación se están planteando en la Estrategia Europea de Adaptación al Cambio Climático, en la Ley de cambio climático y transición energética y la revisión del Plan y Programa de Adaptación al Cambio Climático.    
 
La segunda parte de la sesión constará de dos mesas de exposición de buenas prácticas en materia de adaptación al cambio climático. A continuación, se explican algunas de las iniciativas que se expondrán en el Conama 2018: el proyecto Life Clinomics de la Diputación de Barcelona, Madrid+ Natural del Ayuntamiento de Madrid, la iniciativa TCFD de Ferrovial y las las investigaciones realizadas por Tecnalia.
 
Life Clinomics, el proyecto para Barcelona

Un buen ejemplo de iniciativas de adaptación al cambio climático a nivel local es el proyecto Life Clinomics de la Diputación de Barcelona. Tiene una duración de tres años (junio 2016-junio 2019) y un presupuesto de casi 1.400.000 euros de los cuales el 60% es subvencionado por la Unión Europea y el resto es una contribución del promotor y de los socios beneficiarios.
 
De acuerdo con la web del proyecto, “Actualmente, los territorios no reúnen las condiciones adecuadas para mantener su actividad ante la nueva situación climática. La vulnerabilidad de los servicios públicos y de las actividades económicas ante este fenómeno es muy elevada”. Por ello, se interviene en tres territorios (Tierras del Ebro, Alto Penedés y Parque Natural del Montseny – Reserva de la Biosfera) y en diferentes actividades económicas: turismo, pesca, agricultura y forestal.
 
“Los distintos agentes económicos y sociales de cada actividad y de cada territorio se reúnen y se promueven planes de acción y acciones concretas. Estamos en la fase de  elaboración de los planes de acción y de selección de unas acciones piloto”, dice Nuria Parpal, Jefa de Sección de Planificación Ambiental Local de la oficina técnica de cambio climático y sostenibilidad de la Diputación de Barcelona y miembro del grupo de trabajo de Conama.  
 
Por ejemplo, en turismo trabajan para que los hoteles se adapten a las olas de calor, cuando habrá más demanda de agua y energía. Para ello, se comienza a aprovechar el agua de la lluvia y se mejora la red de distribución de agua. Al mismo tiempo, se intentan generar sinergias con los gestores de los bosques para prever los paisajes que se pueden formar.
 
“Si ahora tienen unas hayas que están a una determinada altitud y, con la modificación del clima, éstas se desplazan, hay que ver qué bosques podemos tener en el lugar donde las hayas han desaparecido”, explica Parpal.
 
En cuanto a la pesca, las acciones se centran en ver cómo se pueden mantener unas condiciones adecuadas en el Delta del Ebro para garantizar el cultivo de bivalvos y, dado que se predice que las temperaturas en el delta aumentarán considerablemente, aprender a criar en mar abierto. Además, se trata de concienciar a la población para que la demanda de pescado se diversifique y el consumo no se centre tan solo en las especies habituales.

Fuera del proyecto Life Clinomics, la Diputación de Barcelona aborda la problemática del agua, los residuos, los espacios verdes en ámbitos urbanos y la movilidad, y ofrece líneas para que los municipios, al ofrecer sus servicios, tengan en cuenta los criterios de adaptación.
 
Por ejemplo, desde hace dos años, promueven la renovación de la redes de abastecimiento de agua, ya que las viejas pierden hasta un 20% del líquido que transportan. También quieren recuperar pozos, piscinas y depósitos para almacenar agua y tratan de mantener la calidad de los acuíferos, ya que en algunas partes del territorio se están contaminando.
 
“Este año hemos destinado seis millones de euros a esto y ahora estamos haciendo las adjudicaciones”, afirma Parpal.
 
Sin embargo, según la especialista, el reto más grande no es conseguir los recursos necesarios para poder financiar los proyectos, sino la incertidumbre que hay alrededor de los impactos del cambio climático.
 
“Intentamos hacer estudios de vulnerabilidad, pero no tienes una certeza de qué va a pasar o cuándo, y así cuesta mucho convencer a los gestores y a los políticos, que además tienen mandatos de cuatro años, sobre cómo tienen que priorizar sus acciones. Por ello, estamos desarrollando una herramienta sencilla para poner números al coste de no actuar. No son números exactos pero sí órdenes de magnitud para poder explicar que, si no se actúa y pasa alguna cosa, el coste puede ser mayor”.
 
Madrid + Natural

La capital aprobó, en septiembre de 2017, el Plan de Calidad del Aire de la Ciudad de Madrid y Cambio Climático. Pese a que la adaptación aparece tan solo recogida en la medida 29 del plan, en ella se establecen las bases del programa Madrid + Natural, que estructura sus acciones en las escalas de edificio, barrio y ciudad, y que propone implementar soluciones basadas en la naturaleza dada su efectividad en la mitigación de impactos de las amenazas climáticas.
 
En la escala de edificio, se plantea:

- Establecer cubiertas sostenibles en edificios municipales para mejorar el comportamiento energético de los edificios y las condiciones microclimáticas de su entorno. Un ejemplo es el Centro Cultural Eduardo Úrculo, en Tetuán.
- Fomentar el incremento de estas cubiertas en edificios ya construidos como en obra nueva. Para ello, el Ayuntamiento de Madrid ofrece asesoría y desarrolla regulaciones al respecto e incentivos.
 
En el ámbito de barrio, se pretende:

- Implantar medidas en calles y plazas que mejoren las condiciones microclimáticas y que den una respuesta efectiva ante eventos climáticos extremos.
“Estamos incluyendo más vegetación y sistemas de drenaje sostenible en tres colegios piloto. Y el Parque de La Atalayuela, en Vallecas, fue diseñado con sistemas de drenaje sostenible”, cuenta Luis Tejero, Técnico de la Subdirección General de Energía y Cambio Climático del Ayuntamiento de Madrid y miembro del grupo de trabajo de Conama.  
 
En la escala de ciudad, se quiere:

- Renaturalizar determinados espacios con el fin, entre otros, de incrementar la biodiversidad urbana.
“El ejemplo más claro es el trabajo hecho en el río Manzanares, con la mejora de los bordes en el tramo más al norte de la ciudad y con el cambio en el régimen del caudal, que ha generado una explosión de biodiversidad”, dice Tejero. 
- Reforestar zonas degradadas para que sean sumideros de emisiones de CO2.
- Crear infraestructuras verdes en zonas estratégicas de la ciudad, particularmente zonas colindantes con la M-30 y la periferia urbana.
 
Desde el Ayuntamiento de Madrid el reto más grande es la transversalidad del tema. “Desde el departamento de cambio climático tenemos limitaciones en recursos y competencia, de modo que nos apoyamos en otros departamentos que sí tienen la capacidad ejecutiva y los medios para que orienten estas intervenciones. Nuestro principal reto es que la adaptación acabe integrándose en todas las políticas municipales y que cada departamento la añada a sus criterios de intervención”, explica Tejero.  
 
De esta forma, se trabaja por ejemplo en una nueva ordenanza de gestión del agua que ya incluye los criterios de adaptación, que en el caso de Madrid supone periodos de sequía más largos y periodos de lluvia más intensos.
 
Apostar por las oportunidades y minimizar los riesgos

En el ámbito privado destaca la multinacional española Ferrovial, que forma parte de la iniciativa TCFD (Task Force on Climate-Related Financial Disclosures). Esta iniciativa surge del sector financiero con el objetivo de que las empresas analicen sus riesgos y oportunidades asociados al cambio climático, de modo que la información ayude a financiadores, aseguradores e inversores en su toma de decisiones.
 
“Se trata de que la estrategia climática esté integrada en la estrategia de la compañía para poder dirigir tu porfolio hacia actividades menos intensivas en carbono. Es importante analizar qué riesgos y oportunidades hay asociados a los cambios legislativos y a la agenda climática internacional”, explica Ana Peña, Jefa de Calidad, Medio Ambiente y Cambio Climático de Ferrovial y participante en el grupo de trabajo.
 
Al mismo tiempo, se mide la huella de carbono de las actividades de la empresa, sus rendimientos energéticos y se establecen objetivos de reducción de emisiones a corto y medio plazo. 

Riesgos asociados a la mitigación son, por ejemplo, el aumento de las tasas en los combustibles fósiles, lo que supondría un aumento de los costes operacionales, o que, al ampliarse el mercado de derechos de emisiones, actividades que antes no estaban incluidas ahora sí lo estuvieran. O incluso que haya cambios a la hora de operar tras los cambios legislativos que tienen como objetivo la descarbonización del sector.
 
 “Sin embargo, pensamos que tenemos muchas más oportunidades relacionadas con el cambio climático que riesgos. La movilización de la economía hacia una economía baja en emisiones está dirigiendo la inversión hacia nuevos negocios. Por ejemplo, hemos lanzado Zity en Madrid, el tercer servicio de préstamos de coches en la capital. Estamos estableciendo contratos de iluminación de eficiencia energética con los ayuntamientos… por nuestra posición, somos capaces de suministrar servicios que ayudan a los demás a reducir sus emisiones”, dice Peña.
 
Otro ejemplo de oportunidades es la North Tarrant Express en Texas, Estados Unidos. Se trata de la primera autopista carbono neutral (operada por Ferrovial) ya que ayuda a reducir la congestión vial y, por tanto, las emisiones asociadas al tráfico.
 
Paulatinamente, la empresa analiza sus activos (autopistas y aeropuertos principalmente) y revisa, de acuerdo con los criterios de adaptación, eventuales problemas, como por ejemplo las riadas. Del mismo modo, trabaja en planes de emergencia por si determinadas infraestructuras quedan inutilizables temporalmente después de un evento climático extremo.
 
Investigación aplicada para aportar mejores soluciones

Tecnalia es el primer centro privado de investigación aplicada de España, y la división de Energía y Medioambiente ocupa un papel fundamental. Dentro de esta división, un grupo de personas trabaja en cambio climático desde una perspectiva de adaptación.
 
Para ello, hacen proyecciones de variables climáticas donde se estudian escenarios a medio plazo (lo que sucederá de 2040 a 2070) y largo plazo (de 2070 a 2100) en variables como la precipitación y la temperatura, entre muchas otras.
 
Estas proyecciones, aplicadas por ejemplo a modelos hidrológicos, permiten analizar hasta dónde pueden llegar las inundaciones o, por ejemplo, cuáles serán los efectos de las islas de calor en las ciudades. Todo esto se conoce como modelización de impactos. Posteriormente, con esos datos se estudia la vulnerabilidad y el riesgo de esos impactos.
 
“No es lo mismo que la amenaza asociada al efecto isla de calor se dé en un barrio donde hay más población infantil o mayor o con un nivel de renta determinado. Planificamos y diseñamos soluciones concretas, que pueden ir desde soluciones físicas como barreras temporales para la protección de inundaciones hasta sistemas de alerta tempranas ante las olas de calor”, explica Efrén Feliú, gerente en la división de Energía y Medioambiente de Tecnalia, e integrante del grupo de trabajo de Conama 2018. 
 
Los resultados de los estudios se aplican al sector de la energía. Por ejemplo, si el objetivo es transitar hacia las energías renovables y, por ende, a la energía hidroeléctrica, se analiza el recurso hídrico bajo condiciones de cambio climático para saber si esa planificación o esas estimaciones con respecto a la producción de energía hidroeléctrica se van a cumplir o no.
 
“Trabajamos para operadores de centrales hidroeléctricas en Latinoamérica analizando los efectos del cambio climático en las centrales que están en operación, en construcción o diseño. Algunos operadores han decidido aumentar la potencia instalada, otros parar inversiones de determinadas centrales porque las proyecciones daban datos que les han hecho reconsiderarlo”, cuenta Feliú.  
 
Tecnalia también realiza un estudio para la Organización Latinoamericana de la Energía (OLADE), donde evalúan todos los países del arco andino (Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia) para la generación hidroeléctrica y la interconexión eléctrica entre esos países. Además, trabaja para que administraciones y entidades públicas tengan los sistemas adecuados a la hora de anticiparse y prepararse para los efectos del cambio climático. Por ejemplo, en el País Vasco y en Navarra están integrando estas proyecciones y escenarios de cambio climático en los instrumentos de ordenación del territorio.
 




Conama lleva a cabo el proyecto Conama 2018 Adapta para movilizar actores y transferir conocimientos sobre adaptación al cambio climático. Este proyecto se lleva a cabo con el apoyo de la Fundación Biodiversidad.